PRESENTACIÓN

PREGÓN FIESTAS HUESA 2012




PREGÓN DE LAS FIESTAS PATRONALES 2012 DE HUESA (JAÉN)
Por  Francisco García del Río Molina
1 de Septiembre de 2012




Buenas noches Sr. Alcalde. Buenas noches Sras. y Sres. concejales. Buenas noches resto autoridades. Buenas noches paisanos y paisanas.

Vaya por delante que este pregón, como todos los pregones, es vuestro, es del pueblo, de los que estáis ahí aguantando estoicamente. No obstante permitidme que lo dedique también a mis amigos, que han venido expresamente de otros sitios a acompañarme esta noche; a mi querida familia y, especialmente, a la memoria de mi padre, al que muchos de vosotros conocisteis personalmente y otros, más jóvenes, probablemente habréis oído hablar de él.

Constituye para mí un inmenso honor estar aquí esta noche pregonando la feria y fiestas de 2012. Y digo que es un honor, porque no tiene uno muchas ocasiones a lo largo de su vida, como yo en este momento, de proclamar a los cuatro vientos lo que siente por su pueblo. Considero que es un honor que no merezco pero el aliento de muchas personas, especialmente el de mi madre, me indujeron a  aceptar el reto.

También por delante mi saludo afectuoso para todos aquellos hueseños que por avatares del destino no se encuentran durante estos días entre nosotros y, naturalmente, un saludo también entrañable para todos aquellos que no habiendo nacido aquí se han incorporado de pleno derecho y como uno más a nuestras costumbres y forma de vida.

Fue después de aceptar este reto cuando comencé a darme cuenta de la responsabilidad que había asumido. A pesar de todo nunca pensé renunciar, sino todo lo contrario, decidí que debía esforzarme al máximo para ser digno pregonero de mi pueblo, de este pueblo al que tanto respeto y quiero. Muchos de vosotros os preguntareis quien es éste que tiene el atrevimiento de pregonar nuestras fiestas, y tenéis toda la razón, es mucho atrevimiento por mi parte, pero es mayor mi cariño y mi gratitud para con todos vosotros; yo mismo me preguntaba qué voy a deciros que vosotros no conozcáis mejor que yo.

Uno, que ha oído ya algún que otro pregón, no es muy partidario de aquéllos que se extienden sobre vicisitudes históricas, problemas actuales y posibilidades futuras del lugar, dando lugar a pregones largos, pesados,  farragosos y de difícil entendimiento. A veces también se aprovechan estas tribunas para ejercer la crítica o la alabanza desproporcionadas. Sin tener en cuenta que tanto la una como la otra, como decía el torero en alusión a la razón y la verdad, “están mu repartías”. No van a ir por ahí mis palabras aunque alusión, aunque sea breve, a lo que es nuestra historia sí que voy a hacer. Y lo haré brevemente y con conocimiento de causa, no en vano tanto yo como otras personas del pueblo llevamos muchos años y horas de sueño dedicados a investigar, dentro de nuestras posibilidades, lo que históricamente ocurrió por estas tierras en épocas pasadas. Confío que algún día podamos unir saberes y esfuerzos y eso dé como resultado que salga a la luz ese trabajo que, posiblemente sólo importe a los que somos de aquí o a nuestros descendientes. Para nosotros, y creo hablar en nombre de ellos, sería más que suficiente.

Decía Francisco GARCÍA PAVÓN, el gran escritor de Tomelloso, que "no hay tierra buena ni mala, no hay más que la de uno". La nuestra no es mejor ni peor que otras pero sí tiene algo que la hace inconfundiblemente peculiar: “es la nuestra”. Y tenemos que estar orgullosos de ella como lo estuvieron los que en épocas pasadas la consideraron como suya. Los que hace más de 2.500 años establecieron su hábitat en lo que llamamos “Castellones de Ceal”, primer vestigio documentado de ocupación de estas tierras. Como también lo estuvieron los que habitaron aquí en la época de dominación romana, durante más de 500 años. También lo estuvieron, estoy seguro, los que en la época de dominación musulmana y los que en la posterior Reconquista, mediante repoblaciones, empezaron a dar forma de pueblo a lo que en la actualidad conocemos como Huesa. Me atrevería a decir que también lo estuvieron aquellos pobladores de la cultura argárica, en la Edad del Bronce, hace más de 4.500 años, que no tuvieron más remedio que utilizar como vía de comunicación entre las tierras altas y las tierras bajas de Andalucía el cauce de nuestro Guadiana Menor al que muchos expertos, y yo me uno a esa opinión, consideran el auténtico Guadalquivir, el auténtico Betis que vertebra Andalucía, a la que tanto aporta y a la que ha formado geológica, histórica y socialmente.

En aquellas tierras altas del altiplano de Baza nacieron la agricultura y la ganadería en Andalucía, expandiéndose después hacia el resto de la región y teniendo que utilizar como lugar de paso necesario la cuenca del Guadiana Menor. También estas tierras se convierten en uno de los focos originarios de la metalurgia prehistórica, que más tarde se extendería hacia el resto de Andalucía y que volvería a utilizar nuevamente la cuenca del Guadiana Menor como vía de comunicación.

Si decía antes que todos tenemos que estar orgullosos de estas tierras, tenemos que estar orgullosos especialmente los que, por avatares de la vida, nos hemos visto obligados a vivir y desarrollarnos lejos de Huesa. Como a tantas otras gentes, esos avatares me llevaron lejos de aquí y me privaron de conocer más a fondo la vida y las fiestas de mi pueblo, pero lo que no ha podido borrar, ni siquiera menguar un ápice, nada ni nadie, son los sentimientos que penetraron en mí, durante los primeros años de mi vida a través de estas calles y de estas gentes y que han conformado el rico y fecundo abono de lo que soy ahora y de lo que he sido. En estos lares di mis primeros pasos, aprendí a andar, a correr, a hablar y a hacer las primeras travesuras, que dicen fueron muchas y variadas. ¡Cómo ha cambiado el pueblo desde aquellos tiempos de mi niñez, de la niñez de muchos de los que estáis aquí, de la adolescencia de otros, de la juventud de muchos y la mayoría de edad de menos a los que el tiempo ha reclamado para sí! ¡Qué tiempos aquellos en que podíamos contar con los dedos de una mano los vehículos a motor que había, por no decir las antenas de televisión! Si la infancia es la verdadera patria del hombre, puedo decir con satisfacción que, cada vez que venía, regresaba continuamente a mi infancia,  a mi patria. Aunque la verdad es que nunca me he ido de ella. Estas circunstancias van a ser, quiero que sean, el único elemento reivindicativo de este pregón, como homenaje a todas aquellas personas que hemos padecido la obligación de la partida en busca de un futuro mejor.

Hemos sido muchos los que desde aquellas oscuras épocas de finales de los años 50 iniciamos el camino de lo que yo he dado en llamar exilio-emigración. Y cito la palabra EXILIO con todo lo que ello comporta. La Real Academia de la Lengua, en su primera entrada, define el significado de la palabra exilio como “la separación de una persona, por una causa u otra, de la tierra en que vive”. Eso es justamente lo que nos ha ocurrido y sigue ocurriendo a tantas y tantas personas, a tantos y tantos hueseños. Nadie tiene derecho a privar a nadie de sus raíces. El primer mandamiento de un buen gobernante debía ser el de procurar que sus gobernados se desarrollaran en paz en la tierra que les vio nacer. 

Huesa, todos lo sabemos, es un pueblo de migraciones. Las tenemos de todo tipo: de ida, de venida, de ida y vuelta, temporales, definitivas. Ahora, afortunadamente, todas por  causas de trabajo ya que las de otros tiempos y gracias al esfuerzo de todos ya no vienen a cuento al estar absolutamente superadas. Esta es una peculiaridad que tenemos asumida todos los hueseños y que confiere un carácter especial al pueblo y que se transmite a todo su entramado: familiar, social y económico. El análisis de las causas que nos han llevado a esta peculiaridad están bien definidas en diversos estudios pero no es el momento hoy ni ahora de profundizar en ellas. Estoy seguro que habita en la mente y el recuerdo de cada uno de nosotros, de cada uno de los que las siguen padeciendo o las han padecido.

Me voy a centrar expresamente y con todo respeto en aquellas emigraciones que han adquirido carácter de definitivas. Muchas veces por causas inexplicables que se van auto justificando con el tiempo y se tornan irreversibles. Son las más dolorosas y las que tenemos que recuperar a toda costa. No debe servir como justificación la falta de familiares en el pueblo. Siempre habrá alguien o algo que nos remita a épocas pasadas, seguramente felices y que permanecen en nuestro recuerdo. Ese es motivo suficiente. Este pueblo no quita la condición de paisano a nadie. Yo he sido testigo de ello durante más de 40 años, desde que salí de él una fría noche de Febrero del año 69 en la furgoneta de Juanico “Costillas”, con la nocturnidad que los tiempos y las condiciones requerían, como tantos y tantos de vosotros. Este pueblo recibe a todos los suyos con cariño y calidez. ¡Quién no ha recibido esa expresión de saludo tan típica aquí de “me alegro de verte”! Ese saludo debe ser el punto de partida para vencer el desapego, para recuperar el vínculo invisible que debe unir a cualquiera con la tierra que le vio nacer y, mediante los recuerdos y vivencias, volver a sentirnos, aunque sea transitoriamente, como uno más del pueblo, como si no hubiéramos salido nunca de él.

Se suele decir “si quieres a tu pueblo, vete lejos y vuelve después”. Y es que, a veces, necesitamos alejarnos un poco de las cosas que amamos para poder verlas y apreciar mejor su valor desde la distancia. Se dice que en la cercanía, los árboles pueden no dejarnos ver el bosque. Además apreciamos más las cosas cuando no las tenemos a mano, cuando nuestra atención ha roto la rutina del día a día. No digo esto como justificación de nada aunque está demostrado que funciona.

Por todo eso, por las características especiales de Huesa, son las fiestas quizás el momento idóneo para recapitular y poner en valor los más fuertes sentimientos del paisanaje. Esta cita festiva debería ser la que nos convocara a todos a hacer esta reflexión. La que deberíamos tener marcada en nuestra agenda cada año para volver al saludo “me alegro de verte”, a la convivencia con todos. La que deberíamos aprovechar para recuperar “la liga” con amigos, familiares y vecinos. La “liga”, “ligar”. Ese acto social tan enraizado en nosotros, en este pueblo,  que no distingue ni de clases ni de edades ni de ideologías. Que hemos conocido y practicado todos y que, estoy seguro, ha contribuido fuertemente a forjar la idiosincrasia de Huesa. Lo queramos o no, todos formamos y conformamos los unos con los otros, tradiciones y personas, una de las partes más importantes de nuestro vivir.

Con estas palabras, sencillas, pero sinceras, salidas de lo más hondo de mi alma, he querido cantar a mi pueblo, animado por una catarata de recuerdos entrañables. No podré olvidar nunca este momento.

Quiero dar las gracias a quienes me han dado la oportunidad de hacerlo, y a vosotros, paisanos, amigos todos, gracias por escucharme con la atención que lo habéis hecho, gracias por vuestra paciencia.

Mi cometido como pregonero es el de invitaros a divertiros, a que disfrutéis lo más intensamente posible de las oportunidades de entretenimiento y diversión que se nos ofrecen las fiestas, antes de que seamos víctimas de la artritis, de la ciática o cualquier otro de esos malos rollos que llegan sin avisarnos, pero que nos dejan el cuerpo sin ganas de juerga. Estamos obligados a disfrutar de las fiestas que ahora comienzan. Para ello es necesario que comience a correr el buen vino, la cerveza, la juerga y demás componentes propios de las fiestas y acaben de una vez las palabras.

Solo me queda desearos ¡Felices fiestas a todos! Y gritar con vosotros.

¡VIVA HUESA!