En esta recién estrenada primavera se agolpan en mi memoria los recuerdos de esta pedanía quesadeña 63 años atrás. Rebasada la finca de Romualdo Morillas el aire, por esta época, se impregnaba de fragancias a rosas, lirios, jazmines primerizos, hojas de higuera... Tiempos de nostalgia de cuando, como monago, acompañaba al cura don León Suárez hasta allí a llevar a los feligreses la "palabra de Dios", Tras la misa éramos agasajados por José, el alcalde pedáneo, y su mujer, Feliciana, con lo mejor de su alhacena. Años después, estudiando el Bachiller en la Academia, pude conocer más a fondo los encantos de Los Rosales de la mano de Pedro Alcalá, nacido allí, quien a diario acudía en burro a Huesa a recibir clases de Bachiller. Indelebles los recuerdos de mi estancia en su casa tras los exámenes de junio, invitado por sus padres, disfrutando de la Naturaleza en estado puro: aromas de árboles frutales, trigales, arroyos de aguas cristalinas a los que acudían las mujeres a despercudir los hatos, nidos de gorriones, de colorines, de golondrinas, tórtolas, totovías, alguna que otra casa señorial de estanques con nenúfares y pececillos de colores, bambúes por doquier de agradecida umbría en verano, Y noches de cielos límpidos en que las estrellas refulgían como ascuas...Y labriegos de condición humilde arrancando a la tierra lo mejor de sí.
Años ha que no he vuelto a Los
Rosales, por miedo a que el presente pueda borrar el hechizo de aquellos años
grabados a buril y martillo en el rincón de las cosas bellas de mi memoria.
Sebastián Fages
Elche
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ResponderEliminarPrecioso. Muchas gracias por estos recuerdos que me han llevado a imaginarte. Con cariño tu sobrina: Libertad
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