A veces sin saber muy bien
porqué los términos de los municipios, provincias e incluso países se
establecen por criterios desconocidos constituyendo, en no pocas ocasiones, las
fronteras o límites verdaderos dientes de sierra de difícil explicación. El
caminante alaba a aquellos países que tiran sus límites interiores a escuadra y
cartabón. Bien es cierto que estos países suelen ser de reciente pasado y
pudieron permitirse tal lujo, en la vieja Europa debió haber otros
condicionantes históricos que impidieron el dibujo de una geometría más
regular.
El término municipal de Huesa no
es una excepción, pero sí es cierto que gran parte de él queda definido por
elementos naturales tales como las cuerdas de las sierras al norte y este, gran
parte del recorrido del río Guadiana Menor por el este y el curso del río
Guadahortuna por el sur hasta su desembocadura en el Guadiana Menor.
Se conforma así un término municipal de 139,4
kilómetros cuadrados, de forma rectangular, siendo los lados más cortos del mismo,
los norte y sur y los más largos los este y oeste. A imagen y semejanza de las
distintas letanías que formaron parte de las enseñanzas de nuestra infancia,
por lo menos de la del caminante, respecto a los límites de España, podríamos
decir que: Huesa limita al norte con el término municipal de Quesada; al este
también con Quesada, compartiendo cuerda de la Sierra de El Caballo, con el de
Hinojares, formando frontera natural los ríos Ceal y Guadiana Menor, y el de
Pozo Alcón, con el río Guadiana Menor también como serpenteante frontera
natural; al sur limita con la provincia de Granada, por el
término municipal de Dehesas de Guadix, siendo el río Guadahortuna frontera
natural en todo el límite sur; al oeste nuevamente con Quesada, en toda la
extensión del límite siendo de nuevo el río Guadiana Menor quien marcará
frontera durante algunos kilómetros por el tramo más septentrional y una
accidentada orografía por la parte meridional.
Término municipal de Huesa en 1878
Perteneciente a
la comarca del Alto Guadalquivir, y asignada al partido judicial de Cazorla,
más del cincuenta por ciento de su término está dentro de los límites del
Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas cuyos límites
establece el decreto de su creación:
Límite Sur: Desde el punto
anterior desciende el límite en dirección sur por el perímetro exterior del monte de
utilidad pública
número 6 hasta su unión con el mismo perímetro exterior del monte 144,
registrado en el Catálogo de montes de utilidad pública, y continúa por el mismo hasta su
confluencia con la
carretera comarcal de Torreperogil a Huércal-Overa, desde aquí en dirección sur avanza por el
término municipal de
Hinojares hasta su confluencia con el río Guadiana Menor. Desde este punto, en
dirección oeste, aguas abajo del río Guadiana Menor hasta el punto de corte con
la carretera local de Hinojares
a Ceal. Desde aquí por la carretera de Ceal a Huesa, hasta el punto más próximo
a los Picos del Guadiana. Desde este punto, por el perímetro exterior del monte
consorciado “Cerro de Juan López” y del también consorciado “Cueva de los ladrones”, se sigue hasta su confluencia
con el perímetro del monte
del Estado Poyo de Santo Domingo. Se cambia de dirección y se continúa por el
perímetro exterior del monte Poyo de Santo Domingo y en dirección norte, hasta la
confluencia de dicho
perímetro con la carretera comarcal 323 de Torreperogil a Huércal-Overa, continuando por esta
carretera hasta el sitio denominado Cueva del Agua o Cueva del Tíscar, punto
que coincide
sensiblemente con el perímetro del monte Cerro del Caballo. Límite Oeste: Se continúa por dicho
perímetro del monte
Cerro del Caballo hasta su unión con el límite del monte del Estado “Cumbres de
Poyatos”, cuyo perímetro exterior se continúa hasta encontrar de nuevo el perímetro del
monte “Cerro del Caballo” hasta su confluencia con la vía pecuaria de Huesa a Cazorla, a la
altura del Puerto de Tíscar, sitio conocido también por el “Collado de Tíscar” …. DECRETO 10/1986, DE 5 DE FEBRERO, POR EL QUE SE DECLARA
EL PARQUE NATURAL DE LAS SIERRAS DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS. (BOJA
22/1986, de 15 de marzo).
La pertenencia a este parque
natural, el más extenso de España, condiciona también su orografía. Una acusada
depresión, de una altitud media de unos 450 metros, influenciada por el río
Guadiana Menor, divide el territorio en dos partes. El norte, donde se ubica el
núcleo urbano, con grandes hazas de olivar, que enlazan con las de Quesada en
la parte más occidental y abruptas montañas, cubiertas por grandes bosques de
pino, en la parte oriental, coincidiendo con la cuerda de la Sierra del
Caballo, con una docena de picos que sobrepasan ampliamente los mil metros
entre los que destacan el Cerro de las Carboneras (1.462 m) y el Cerro del
Madroñal (1.416 m), que tienen continuidad por el este hasta las Cumbres de
Poyatos y El Lanchón, donde el relieve va descendiendo hacia la depresión del
río.
El centro del término, que ocupa
las cotas más bajas coincidiendo con el curso del río Guadiana Menor, es todo
un paisaje de contrastes en el que conviven feraces vegas, paisajes
subdesérticos y frondosas laderas que descienden hacia el río.
El sur, donde languidecen, las
aldeas de Cortijo Nuevo, Cherrín y Tarahal que delimitan la frontera con la
provincia de Granada, aisladas por una orografía en la que alternan hazas cerealistas
con otras dedicadas al olivar. Con una altitud media superior a los 750 metros,
ocupa casi el cincuenta por ciento de la superficie del término, con una
bajísima densidad de población, apenas dos habitantes por kilómetro cuadrado,
concentrados en las aldeas a orillas del río Guadahortuna. Conviven aquí zonas
de espartal y vegetación esteparia con zonas en las que el pino y la carrasca
son muy abundantes y verdean las laderas de los picos y las vaguadas. También
aquí varias elevaciones superan los mil metros de altitud como la Peña del Can
(1.041 m), Cerro Miguel (1.036 m), Los Atalayanes (1.036 m), Cocón del Buitre
(1.014 m) o Morra del Tomillar (1.014 m).
En lo referente al campo
histórico o social, el caminante quiere limitarse a hacer una reseña, no
demasiado amplia, tanto de Huesa como de algunos otros lugares. El caminante no
quiere ser pesado ni apabullar con cifras y datos al lector, tampoco quiere ser
pedante ni citar palabra por palabra aquellos estudios que se han hecho ya.
Quiere, en su modestia, mencionar, de forma desenfadada, fechas y hechos que
tuvieron una especial relevancia en la historia y aconteceres de estos lugares,
aportar su punto de vista y su interpretación para una lectura más llevadera.
Escudo de Huesa
Huesa, con una altitud de 655
metros y con unos 2.600 habitantes, forma parte de la Sierra de Cazorla, en la
comarca del Alto Guadalquivir, extendiendo su pequeño término municipal de
138,4 kilómetros cuadrados y 83,3 kilómetros de perímetro, desde el centro de
la comarca hasta los lindes con la provincia de Granada.
Pertenece al Partido Judicial de Cazorla como todos los pueblos cuyo término
riega el Guadiana Menor en su deambular por la provincia de Jaén.
Huesa, al igual que la mayor
parte de los pueblos de la comarca dispone de evidencias que confirman la
presencia de pobladores desde, por lo menos, la Edad del Bronce. Hay restos
que, aprovechando la vía fluvial del Guadiana Menor como corredor para el
tránsito de mercancías hacia Levante y el Alto Guadalquivir, así lo acreditan:
los Castellones de Ceal, junto a la aldea del mismo nombre, en la carretera que
va a Hinojares y el asentamiento de Cerro Negro, en la Vega de la Higuera, en
la margen derecha del río.
La influencia romana cambió el
paisaje agrario de Huesa con la creación de varias explotaciones y villas. De
origen romano es el olivar de Brazo Fuerte, hacia el este del pueblo, casi en
el casco urbano, sin evidencias de estructuras en superficie, pero documentado
a través del hallazgo de cerámicas de esa época. En las proximidades de las
aldeas de Los Rosales y del Cortijuelo se han encontrado también restos de
asentamientos de épocas más tardías, de épocas íbero-romanas.
Las primeras informaciones con
se cuenta de los primeros asentamientos datan de finales del siglo IX. Se da
cuenta de la existencia de tres castillos, Belerda, Huesa y Cuenca, agrupados
en torno al “hisn de Tiskar” que, según el historiador árabe Ibn Hayyan, fueron
atacados y arrasados hacia finales del siglo IX por las tropas del emir Abd
Allah desapareciendo, probablemente, como tales a excepción del de Tíscar que
tendría relevancia en siglos posteriores.
“siguió sus operaciones hasta
Tiskar, fortaleza que encontró deshabitada; entonces por orden de Hisam, le prendió
fuego conjuntamente con
sus campos, Igual suerte corrieron dos castillos adyacentes (Huesa y Belerda)”
Permaneció el
asentamiento en el mismo lugar, a los pies de las enormes paredes de roca en la
falda de la Sierra del Caballo, hasta finales del siglo XI, como atestigua la
antigüedad de los restos existentes en la actualidad estudiados por el
historiador Miguel Barceló y su equipo, para, una vez abandonados, trasladarse
a su emplazamiento actual, ya unida a las localidades de Tíscar y Belerda, en
forma de pequeñas aldeas fortificadas habitadas por gentes bereberes
procedentes de Marruecos y Argelia, que procuraban alejarse del peligro que
entrañaba el muy transitado y conflictivo paso del río Guadiana Menor.
Pese a que Huesa fue conquistada
en el año 1231 por el obispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada, se mantuvo
independiente como enclave musulmán hasta principios del siglo XIV fecha, a
partir de la cual, escasean los datos y las noticias sobre la localidad.
El 25 de junio de 1274 el rey
Alfonso X el Sabio cedió el castillo al Concejo de Úbeda, por la ayuda prestada
por éste tanto a él como a su padre don Fernando. Así dice la carta de Alfonso
X, concediendo los Castillos de Tíscar, Huesa y Belerda:
“Sepan quantos esta carta vieren
cuemo nos D. Alfonso por la gracia de Dios rey de Castilla, de Toledo, etc. por
facer bien e
merced al concejo de Vbeda et por mucho servicio que ficie-ron al Rey, D.
Fernando, nuestro padre, e a nos, et atendemos que faran daqui adelante; damosles, et
otorgamosles Ciscar et Huesa
et Velerda, castiellos que tiene Mahomad, fijo de Haudan que los ayan por iuro de heredat con
todos sus términos, con montes, con fuentes, con ríos, con pastos, con
heredades, con ruinas, con olivares et con entradas et consalidas et con todas sus pertenencias quantas han et
deuen aver; et que fagan
dello et en ello cuemo conceio debe facer de su término en tal manera que lo non puedan vender, ni
dar, ni enajenar, a
iglesia, ni a orden, ni a ome de religión sin nuestro mandado o de los que reynaren en nuestro lugar, et
quenos fagan dellos guerra e paz a nos et a los que reguaren después de nos. Et
mandamos et defendemos que ninguno non sea osado etc. Fecha la carta en
Belcayre martes, veinte y cinco días andados del mes de junio en era de mil trescientos e
trece años (Año 1274).
Roy Martinez la escrivi por mandado del rey en veinte e quatro años que el rey sobredicho regnó.”
Aunque no estaba Huesa todavía
en poder del rey cristiano, éste, Alfonso X el Sabio, el 25 de junio de 1275
hace donación del pueblo al Concejo de Úbeda por privilegio dado en Belcayre.
Aparece aquí la figura de Mohamed Handón propietario, además del de Huesa, de
los castillos de Tíscar Y Belerda. La Gran Crónica de Alfonso XI describe a
Handón como:
“un cavallero que avie nombre
Mohamad Handon, que era
señor de un castillo que dezian Tiscar” “E aquel cavallero moro Mohamad Handon enbio decir al ynfante don
Pedro que bien sabia el
en como no obedesçia a moro ni a christiano, e que más quería el ser libre y sin tributo
que non tributario”
El hecho de encontrarse Tíscar
en un lugar verdaderamente estratégico, supuso que durante siglos la zona y su
castillo fuesen disputados constantemente por moros y cristianos.
El 18 de septiembre de 1224 fue
conquistado por las tropas de Fernando III el Santo, quien lo entregó el 20 de
enero de 1231 al arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada, pasando así a
formar parte del Adelantamiento de Cazorla, institución que dominó estas tierras
durante la Edad media.
Así pues, en 1331, pasa a ser
propiedad del Concejo de Úbeda. Conquistada en 1436 por el Marqués de
Santillana, reconquistada después por los moros, no será hasta 1455 en que se
convierta definitivamente en cristiana al ser tomada a las huestes moras por
Don Francisco de la Cueva, concediéndosele por el monarca Enrique
IV el título de Condado y siendo repoblada a lo largo del siglo XV donde
alcanza una cierta estabilidad que continúa en el XVI. Esta estabilidad quedó
truncada a principios del XVII a causa de malas coyunturas económicas debidas a
los altos impuestos y las epidemias. A mediados del XVIII, ya perteneciente a
Quesada, se inicia una lenta recuperación económica siguiendo los vientos
favorables que el período reformista, propiciado por el Despotismo Ilustrado,
sembró en toda España. En 1708 se registran las primeras inscripciones
bautismales en la parroquia Nuestra Señora de la Cabeza.
No se puede, por tanto, desgajar
la historia de Huesa de la de Quesada hasta la fecha de su constitución como
municipio independiente. Referido a Quesada, en enero de 1752, en la respuesta
21 de las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la
Ensenada se citaba lo siguiente:
“dixeron: que en dicho Termino
se hallan diferentes especies de tierra de regadío que se sirve para los
Olivares, Moreras,
Morales, higueras, Nogales, Frutales, Viñas, Trigo, Cevada, Cáñamo, Lino, Maiz, Mijo, Panizo, y
otras semillas, en los Sitios de el Heredamiento, y Vegas que compre-henden los
de el …… Royo Molinos, Ceal, Fique, Chillar, Bruñel alto, Lacra alta, Guadiana,
Cherrín, Tarahal, Montalvo,
Velerda, Don Pedro Larva, Rambla de la Teja, Huessa y Cañada de Tiscar; que se riegan con
los Ríos de Vejar
y Majuela, los Sitios de la Vega, Bobeda, Real y Vadillo: y los de…. Royo
Molinos, Ceal, Velerda y Don Pedro, con el Rio de Tiscar; Los de Guadiana, Montalvo y
Chillar con el
Rio de Guadiana; los de…. Rambla de la Teja, Guessa, Rottalaya, Lacra alta, Tarahal,
y Cherrín con agua que naze
en ellos = Haviendo igualmente otras tierras de secano en….. Puerto ausin, Don pedro, y Velerda,
Puerto y Cañada de
Tiscar, Espartera, Collados, Peñon de Padilla, Agua hedionda,
Cajas(¿), Texada, Gomel, Picos de Guadiana, Salon fondoncilla, Dª Gila,
Rosales, Cherrin, Tarahal, Montalvo y otros = Y que las tierras de los
mencionados Sitios de regadio de…..Royo molinos, Ceal, y Fique, de primera,
segunda y tercera calidad, producen un tanto al año sin intermisión = Y las de
Bruñel alto, Lacra alta y Chillar, que assimis-mo son de regadio, y de primera,
segunda, y tercera calidad, producen otro con descanso de una = Y las de
regadio de Guadiana, Cherrin, Tarahal, Montalvo, Larva, Rambla de la Teja,
Lacra vaja, Don Pedro, velerda, Guesa, Cañada de Tiscar y Rosales, que
igualmente son de primera, segunda y tercera calidad, producen un tanto al año
con intermisión de dos = Y que las de secano producen con dos años de descanso
= haviendo asimismo en dichos Sitios de regadio y secano diferentes Tierras
plantadas de viña de primera, segunda y tercera calidad”
“Y que hay la Dehessa que llaman
Nueva de Guadiana o de las Yervas, que sirve para los Ganados, assi de esta
Villa como de otras partes que bienen a hervajar, y se venden sus Pastos en
cinquo mil reales annuales, poco mas o menos…. Y que las Tierras de regadio de
Chillar, Lacra alta, y Bruñel alto, produzirán las de primera calidad, cada
fanega diez de Trigo, y doze de Cevada; Las de 2ª calidad ocho de Trigo y diez
de Cevada; y las de tercera calidad, seis de Trigo y ocho de Cevada, por
sembrarse siempre de dichas espezies, y todas con un año de descanso = Y que
las Tierras de regadio de Guadiana, Cherrin, Tarahal, Montalvo, Larva, Velerda,
Don Pedro, Rambla de la Teja, Lacra baja, Guesa, y Cañada de Tiscar, con los
Rosales, que se siembran de Trigo, Cevada, Mijo Maiz y Panizo, produzirán cada
una…..”
“ Dixeron: que esta Villa se
compone de seis cientos quaren-ta y tres vecinos, que todos tienen su
residencia en ella, además de….cincuenta y dos en Don Pedro Y Velerda, diez y
seis en Ceal y Royo Molinos, cinquenta y tres en Guessa,
treinta y seis en la Vega y Bruñeles, veinte y tres en el Lacra y Guadiana,
veinte y uno en Larva, y ocho en Cherrin, Tarahal, Montalvo, Navas y Chillar,
que todos hacen ocho cientos settenta y qua-ttro…”
“Que en el Pueblo hay quinientas
veinte y dos Cassas, además de dos cientas cinquenta y tres
arruinadas…..cinquenta y dos en Don Pedro y Velerda; Diez y seis en Royo
Molinos, y Ceal; cinquentay tres en Guesa, treinta y seis en la Vega y
Bruñeles; veinte y tres en Lacra y Guadiana; veinte y una en Larva y ocho en
Chillar, Tarahal, Cherrín, Las Navas y Montalvo que hacen todas las havitables
settezientas y cinquenta y tres… Assimismo hay en el Termino de esta Villa dos
Ventas, la una que llaman la de Collejares, distante una legua de esta
Poblazion; y la ottra nombrada la de Poyatos o Guessa, a la misma distanzia; la
primera es propia de An-tonia de Salar, vecino de esta Villa, y la tiene
arrendada en 330 reales y la segunda de Don Garcia de Avila, vecino de la
Ciudad de granada que tiene arrendada en 480 reales,… Assimismo hay en el Rio
de Guadiana y Termino de esta Villa y Sittio de Collejares, un Barco propio de
Don Manuel de la Cruz, vecino de estta Villa, por lo que se le regula de
utilidad anual, quinientos reales de vellon…”
Mapa del
término de Quesada en 1755
La
modificación territorial que se produjo en 1847 a instancias de expedientes
promovidos por vecinos de Santo Tomé, Peal de Becerro y Huesa, entre otros,
ante la reina Isabel II, culmina con la Orden Ministerial de febrero de 1847 en
la que se autorizan dichas segregaciones. Se segregan de Quesada las aldeas de
Ceal y Arroyo Molinos para, junto al núcleo que se ha constituido en torno a la
Venta de Poyatos, formar lo que sería el nuevo municipio de Huesa, según reza
en el “Diccionario
geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de
Ultramar” elaborado
por el político y jurista Pascual Madoz.
Primer sello del Ayuntamiento de Huesa
Se inicia así un período de estabilidad que se acrecienta cuando en
1848, el 8 de febrero, inicia su camino como municipio independiente de Quesada
a cuyo término jurisdiccional estaba adscrita, y continúa hasta mediados del
siglo XX basado, fundamentalmente, en la agricultura del olivo y el cereal,
trigo y cebada fundamentalmente; el esparto y su artesanía y la elaboración de
esencias de plantas aromáticas abundantes en la zona como el tomillo, el
romero, el espliego y la mejorana.
Todo pese al desigual reparto de la tierra, la mayor parte propiedad de
latifundios, que se acentuó con la derrota republicana en la Guerra Civil, en
1939, y la imposición del régimen dictatorial franquista, que paralizó
cualquier ínfula de modernización que se había emprendido durante la República
y retrotrajo el sistema rural al existente a principios del siglo XX,
potenciado por una oligarquía sin escrúpulos que manejaba con mano de hierro las disputas y las revanchas, siempre a su favor. Como ocurrió a
lo largo del estado español, se abrió un período de carencias, racionamiento y
terror que continuaría hasta la muerte del dictador.
La población crece de forma importante pasando, en menos de 50 años, de
los 600 habitantes con que contaba al independizarse, a casi 2.000 en el año
1900 hasta llegar a su máximo nivel de población con el censo del año 1955, que
registra 4.536 habitantes.
Aunque en 1848 es cuando inicia su camino como municipio independiente,
no será hasta el censo de 1860, el anterior había sido en 1842, que aparece
Huesa ya de pleno derecho en las estadísticas censales con 1.221 habitantes. En
el de 1877 la población se incrementa hasta los 1.674 habitantes. En el de 1887
alcanza los 1.833 habitantes. En el de 1897 los 1.978, no superando los dos
mil, exactamente 2.463, hasta el censo de 1910 y los 3.044 en el censo de 1930,
3.812 en el de 1940, 4.414 en el de 1950 y 4.536 en el de 1955, donde alcanza
su mayor número de habitantes para, desde ese número, iniciar un progresivo
descenso hasta los, por ejemplo, 2.732 del año 2001, con una población ya
prácticamente estabilizada desde los años ochenta. Se produce así lo que los
científicos han dado en llamar “invierno demográfico” a causa, esencialmente,
del envejecimiento de la población.
Las causas son sobradamente conocidas y comunes a muchos otros pueblos
andaluces, con especial incidencia en los de las provincias de Almería, Granada
y Jaén, las más deprimidas de Andalucía cuando estalla el fenómeno migratorio.
A partir del siglo XII se abandona la protección de los farallones de
la Sierra del Caballo y, en forma de alquerías aisladas, la población va
progresivamente trasladándose a lo que es la ubicación actual en una
disposición aterrazada aprovechando las laderas en un primer momento y
posteriormente llanos más propensos al cultivo.
El trazado urbano es de calles transversales a las pendientes,
adecuándose a las curvas del terreno, Van construyéndose nuevas alquerías que, junto a las existentes, van configurando un núcleo de
población con una trama urbanística común en toda la zona, la mayor parte de
las veces buscando los cursos de agua más o menos caudalosos, pero con una
disposición que permita evitar inundaciones.
El centro de la vida familiar es la casa, cuyo espacio está total o
parcialmente condicionado por una actividad económica de subsistencia. En el
modelo más usual, bajo el mismo techo, cohabitan estancias dedicadas al ganado,
al almacenamiento y a la familia, no siempre de forma separada, con los
consiguientes problemas de salud que ello comporta. Aprovechando el relieve y
como ejemplo de adaptación es común, también, la construcción de casas cueva,
de condiciones térmicas más aptas, pero más precarias en lo demás.
La casa, generalmente de dos plantas se construye sobre muros gruesos y
sólidos bien de piedra y argamasa o tapial, con pocas ventanas, de pequeño
tamaño, más orientadas a la ventilación que a otra cosa, a imagen y semejanza
de la arquitectura árabe, con tejado a dos aguas finalizado en teja árabe sobre
entramado de caña que descansa en vigas de madera, generalmente pino. La puerta
suele ser rústica, de madera, de hoja única con dos batientes. Se dedica la
planta inferior a la actividad ganadera, con cuadras, chiqueras, gallineros,
etc., y la superior a vivienda y almacén, aunque no es raro encontrar en la
inferior alguna estancia de estar e, incluso, dormitorios. Las clases más
pudientes disponían en ocasiones de un tercer piso dedicado al almacenaje y
curación para productos de matanza y huerta.
En los cortijos la vivienda familiar suele tener también dos plantas.
En la inferior se localizan la cocina y el dormitorio principal, y en la parte
superior uno o dos dormitorios, utilizados también como graneros. La cuadra, a
veces, tiene una puerta de acceso directo. Detrás de la casa se sitúa el corral,
en torno al cual se disponen las chiqueras, gallineros, leñeras y
compartimentos para el ganado.
El entorno ofrece, en cantidad y variedad suficiente, los distintos
materiales usados tradicionalmente para la construcción: piedra,
tierra, paja para los adobes, cal, yeso, esparto, arcilla, etc. Materiales
todos de fácil elaboración y transformación. Las técnicas de construcción son
simples y raramente hay necesidad de recurrir a especialistas.
Huesa, como la mayor parte de las poblaciones de la zona, basa en sus
inicios su economía en un sistema mixto que combina agricultura, ganadería y
recolección. En muchos casos estas tres actividades convergen en una misma
familia. Normalmente las familias disponen de una pequeña huerta, en la que se
cultivan hortalizas, legumbres y frutas, alguna parcela de secano, y unos pocos
animales: un cerdo, algún animal de carga, una cabra, algunas gallinas y otros
animales de consumo.
Los terrenos y su utilidad son varios y de distinto uso. En el secano
se cultivan cereales para el uso particular y olivar de secano. El regadío se
aprovecha para frutales, huerta de subsistencia (patatas, tomates, ajos,
cebollas, legumbres, etc.), en menor medida huertas para la venta de productos
y, fundamentalmente, para el olivar de regadío.
Por lo abrupto del terreno y su especial orografía, el suelo dominante
es el dedicado a la recolección. Son tierras de propiedad comunal, sin
cultivar, de bajo índice de explotación que, no obstante, hasta hace no muchos
años, proporcionaban un complemento económico importante a la población. Son
suelos donde se da el esparto, el tomillo, el romero y la mejorana, que propiciaron
en su tiempo la creación de una importante industria alrededor del esparto y de
las esencias que se sacaban de las plantas aromáticas y medicinales. Había
importantes calderas para la extracción de estas esencias en Hinojares y
Chíllar, aunque en los años sesenta se construyó una en el pueblo, en terrenos
aledaños al cementerio que, posteriormente, desapareció.
En las zonas altas de montaña la abundancia de pinos, el albar, el
salgareño y el laricio, aprovisionaron de combustible y material de
construcción a los habitantes del pueblo.
En un período de cien años, en el que va de 1880 a
1980, se multiplica por diez la superficie dedicada al olivar que pasa de las
130 hectáreas de 1880 a las 1.600 de 1980, entre secano y regadío. El olivar,
con cerca de 300.000 árboles, por tanto, es la máxima expresión de riqueza
local y como consecuencia de ello, en el año 1953 se empieza a pergeñar, entre
algunos prohombres del pueblo, lo que será la futura cooperativa y, casi a
petición popular, se funda la Sociedad Cooperativa Agraria Nuestra Señora de la
Cabeza y se elige como presidente de la misma a Romualdo García del Río
Navarro. Con una importante inversión, se dota a la misma de terrenos
suficientes y maquinaria moderna para molturar la casi totalidad de la
producción del término a excepción de la de la finca El Llano, que tiene
fábrica propia y que antaño prestaba servicio a los agricultores locales ante
las limitaciones de producción de la otra fábrica existente en el pueblo, que
queda en desuso tras la construcción de la nueva cooperativa. Ésta se asienta
sobre unas instalaciones de unos 1.200 metros cuadrados entre las que se incluyen,
patios para la recepción y descarga de la aceituna, la fábrica propiamente
dicha, la bodega y la orujera. Prensas, rulos, básculas, torvas y batidoras
componen la maquinaria.
A partir de esa fecha la Cooperativa, enclavada en terrenos de la calle
de Las Escuelas con salida para carga a la calle Real, entra a formar parte del
entramado económico social del pueblo, ocupando un lugar preponderante hasta la
actualidad. Para una mejor calidad y producción se construyen nuevas
instalaciones más modernas que permitieran métodos más modernos y automatizados
de envasado, pero manteniendo sistemas de recolección manuales, debido a lo
abrupto del terreno, y de extracción en frío, lo que produce un aceite de gran
calidad bajo el control del Consejo Regulador Sierra de Cazorla, al que
pertenece la Cooperativa. Con la creación y comercialización de una marca
propia “Hueoliva”, lo que era una producción que se exportaba casi
íntegramente, se abre paso en el mercado nacional con los consiguientes
beneficios para los casi 1.300 socios actuales.
Mención aparte merece también la industria del esparto, planta muy
protegida por Reales Órdenes de 1864 y 1887, que regulaban de forma estricta
los plazos de recolección. Pese a ser una actividad económica secundaria para
el pueblo no por eso deja de ser importante. A partir de los años cuarenta se
produce una gran demanda interior de esta planta esteparia de la familia de las
gramíneas. Se utiliza tanto para la construcción como para la manufacturación
de papel, cestos, sogas y, especialmente, para la fabricación de capachos para
la obtención de aceite. Lo rudimentario de su estructura técnica y empresarial
propició la aparición de iniciativas públicas y privadas. La materia prima la
proporcionaba la gran superficie de atochares que salpicaban, y aún salpican,
la geografía municipal de Huesa, con casi 5.000 hectáreas.
Pese a ser una labor muy dura por lo accidentado del terreno y la
climatología, se recolecta entre los meses de julio a octubre, gran parte de la
población se dedica a su recolección, obteniendo así beneficios que le permiten
subsistir hasta llegar a los de la recolección de la aceituna. Un buen
espartero puede recoger diariamente alrededor de 400 kilos de esparto que,
multiplicado por el precio del momento, proporciona un buen jornal al
recolector.
La época dorada del esparto, en lo que a precios se refiere, se da
entre el período que va de 1945 a 1965, llegando a pagarse hasta 3,12 pesetas
el kilogramo en 1950 y mantener prácticamente el precio hasta 1965 para, a
partir de 1970, iniciarse una fuerte depreciación que llevó a su abandono
debido, entre otras causas, a la aparición de fibras sintéticas y procesos más
modernos que lo sustituyeron en los distintos sectores en que se utilizaba,
especialmente en el del aceite.
Es de suponer que la aldea de Huesa respetara el mismo patrón de
crecimiento que la casi totalidad de los poblamientos del entorno. Anterior a
lo que hoy es la iglesia debió haber alguna capilla, sobre la
que seguramente se construiría la actual, que aglutinó en un principio la mayor
parte de las construcciones. La existencia del antiguo cementerio en los
aledaños de la misma parece avalar esta teoría. La estabilidad del
Adelantamiento durante los siglos XV y XVI hizo el resto hasta alcanzar la
importancia suficiente en el siglo XIX que propiciara su independencia de
Quesada.
Parece, pues, lógico deducir por lo referido en la respuesta 21 del
Catastro de Ensenada que desde fecha incierta y hasta mediados del siglo XVIII
la que era entonces aldea de Quesada pudiera llamarse igualmente “Huessa”,
“Guesa” o, incluso, “Poyatos”, por la venta homónima que existía y que daría
nombre a la parte del pueblo que aún se denomina así, aunque esté ya en desuso.
No hay vestigios, de ningún tipo, que establezcan relación causa efecto entre
el nombre del pueblo y la definición que la Real Academia Española concede al
vocablo huesa: procedente de la palabra latina fossa, “fosa”, hoyo para
enterrar un cadáver. Tampoco los distintos sinónimos “sepultura”, “tumba”,
“hoyo”, etc., apoyan esta relación. Mucho menos dar pábulo a la leyenda que
atribuye a la reina Isabel la Católica en su viaje a Granada, e hipotético paso
por Huesa, en cualquier caso, siglo XV, la imposición del término al exclamar
tal nombre durante la contemplación de los muchos restos óseos dispersos en no
se sabe qué batalla: “esto es una huesa”. Ya en 1274 aparece el nombre en el
documento de cesión que hace, del castillo de Huesa, Alfonso X El Sabio, al
Concejo de Úbeda.
Como hechos constatados sí se puede decir que en el plano que elabora el
Instituto Geográfico y Estadístico el 23 de Diciembre de 1897 por el topógrafo
Don Pedro Corrales, casi con toda seguridad el primero que se realiza, se da
cuenta de la existencia, como elementos destacables, de la Iglesia, en su
actual ubicación; del ayuntamiento y escuelas municipales, en su ubicación
actual también; de una fuente y plaza de toros en lo que hoy es el jardín, de
otra fuente existente en la esquina de la calle Real con la del Barco (Nemesio
Segura); de otra en la entrada del puente y de una casa cuartel de la Guardia
Civil en la calle de la Iglesia, casi contigua al templo.
Huesa en 1897
Pueblo que vive al margen del tiempo del que tiene su propia medida,
con calles a veces largas, empinadas la mayor parte, a veces torcidas,
estrechas o sombrías. Calles que truncaron nombres como Barco, Escuelas,
Aceras, etc., por otros más acordes con modas o vaivenes políticos. Calles de
convivencia, de paz y tolerancia secular.
Que no posee casas solariegas ni blasonadas ni, salvo alguna contada excepción,
de relevancia arquitectónica.
Se estructura así el pueblo en dos barrios a ambas márgenes del arroyo.
Menos poblado en la margen derecha y más en la izquierda teniendo, como único
punto de comunicación entre ambos a lo largo de varios kilómetros el puente de
la plaza (actual Plaza de la Constitución). En la margen
derecha apenas una docena de casas aisladas habiendo más concentración por
debajo del Camino de Úbeda, estructurado a lo largo de la calle de la Oliva que
continúa hacia la calle de las Cuevas, con varias cuevas en su parte final. Hoy
día el trazado de estas calles coincide con el de la actual carretera de Pozo
Alcón. También se concentran varias casas en la manzana que conforma el
edificio del ayuntamiento delimitado a sus espaldas, hacia el arroyo, por el
callejón de las Chapas. Completan esta margen derecha el olivar, las llamadas
eras del Mayorazgo (finca de El Llano) y varios huertos que descienden hacia el
arroyo.
Por lo que respecta a la margen izquierda, está franqueada en su discurrir
por gran cantidad de huertos. El puente enlaza el camino de Úbeda con el de
Arroyo Molinos, que en la parte inicial de su recorrido se denomina calle Real,
flanqueada por varias manzanas de casas hasta la altura de lo que en la
actualidad es la calle alcalde Linares. De la calle Real parte, por su
izquierda, en dirección ascendente, la calle del Barco, en la actualidad calle
Nemesio Segura y la calle del Horno y calle Nueva, conocida antes como calle de
las Aceras y en la actualidad como calle del Doctor Fages, que desembocarán
ambas en la calle de la Iglesia, que arranca, como es propio, de la misma
iglesia y que tiene continuidad como camino del Ventorro. Se juntan, también,
algunas casas a lo largo de la calle del Cura, que coincidiría en la actualidad
con la calle Ramón y Cajal.
Por la derecha, al inicio de la pronunciada pendiente de la calle Real,
la calle de Guadiana, con la misma denominación actualmente y, más arriba, el
callejón del cementerio, actual calle del Cerro, con el cementerio en las afueras
vigilante, en su otero. Hasta ahí como tal calle Real, a partir de ahí Camino
de Arroyo Molinos.
No será hasta principios de la década de los años cincuenta, época de
mayor población, que se inicie el cubrimiento parcial del arroyo que dividía al
pueblo y que había causado no pocas catástrofes con sus
inesperadas e incontrolables avenidas. Se modifica totalmente la estructura del
pueblo, se hace el alcantarillado de parte del mismo; se urbaniza el jardín,
con su templete para la música; se dotan terrenos para la construcción de
nuevas escuelas que sustituirán a las antiguas; se construye la Cooperativa de
aceite; se adoquinan calles; se inicia la construcción del consultorio médico;
se continúa electrificando viviendas, aunque con horario restringido; aparecen
los primeros aparatos de televisión; se crea la banda de música; se va
incrementando el número de vehículos a motor; se crean líneas de transporte que
comunicarán al pueblo con Úbeda, Jaén y Pozo Alcón; se reforma y amplía la
iglesia anulando el cementerio antiguo y, en definitiva y dentro de lo que
cabe, se va adecuando el pueblo a las necesidades de una población que, sólo en
el casco urbano ronda las 3.000 almas. A este período de expansión contribuye
también, de forma importante, la repoblación de olivar de gran parte de la
finca El Llano, en las tierras situadas a ambos lados de la carretera de
Quesada, lo que incrementa sensiblemente el censo de éste cultivo, con sus
lógicas consecuencias de generación de riqueza.
Puede decirse, pues, que la década de los cincuenta sienta las bases de
lo que había de ser un pueblo floreciente que, por mor de circunstancias
sociales nacionales, devendría en algo muy distinto, como se ha explicado
varias veces en estas líneas. Pero eso, es otra historia.
Por lo que respecta al apartado monumental hay pocas cosas destacables
excepción hecha del Poblado Ibérico de los Castellones de
Ceal, compartido con el municipio de Hinojares, que queda explicado en
otro capítulo y de la Iglesia de Nuestra Señora de la Cabeza,
patrona de la localidad.
En lo concerniente a la iglesia nada mejor que citar el trabajo
realizado por Francisco Javier Asturiano Molina—Niñirola y Luis Cordón Cortés “LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA
CABEZA DE HUESA: UN EJEMPLO DE INSTITUCIÓN PARROQUIAL EN JAÉN EN LA ÉPOCA DE LA ILUSTRACIÓN” y que se
reproduce a continuación:
“En este trabajo pretendemos estudiar brevemente la
Parroquia de Nuestra Señora de la Cabeza de Huesa, como un ejemplo de
institución parroquial a finales del siglo XVIII en el ámbito rural andaluz,
tal como sucedió con otras parroquias jiennenses fundadas en la época de la
Ilustración.
Huesa es una localidad que se encuentra al sureste
de la provincia de Jaén, y al suroeste del Parque Natural de Cazorla, Segura y
las Villas, en la margen derecha del valle del Guadiana Menor y en la depresión
más oriental de la Cordillera Subbética.
El municipio está determinado por su situación
geográfica, con una orografía montañosa al norte y noreste en la que, entre
pinares, se intercalan parcelas de olivos en las partes más bajas; mientras el
resto del territorio es de orografía más suave e inclinada hacia el río
Guadiana Menor, de tierras más pobres ocupadas por pastos, matorral, tomillar y
espartizal.
En este contexto se enmarca el pueblo de Huesa, a 83
km. de la capital provincial, tradicionalmente alejado del área de influencia
de la ciudad de Jaén y de otros grandes municipios de la provincia, en un
contexto eminentemente rural, lo que ha sido determinante en toda su historia.
Como otros pueblos que durante la Edad Media fueron
territorio fronterizo en las luchas entre cristianos y musulmanes, la localidad
que estudiamos debió tener una pequeña iglesia gótica, levantada con carácter
de urgencia hasta mediados del siglo XV, que no resistió el paso de muchos
siglos.
Tras la expulsión musulmana y el fin de la Reconquista,
en Huesa y en todo el territorio circundante se inició a finales del siglo XV
un proceso de estabilización y repoblación que pondría las bases para su
afianzamiento institucional y su expansión posterior.
El siglo XVI fue una etapa de prosperidad económica
para el pueblo y toda la zona próxima; pero, al igual que sucedió en el resto
de la provincia de Jaén, este período expansivo se vio truncado en el siglo
siguiente por la grave crisis general del momento, fundamentalmente debida a la
carestía y las epidemias, junto a la onerosa política real (impuestos, levas…).
En el siglo XVIII se inició el período de
recuperación de la población. Ya a comienzos de este siglo se empezó a
construir en Huesa una ermita dedicada a la Virgen María, bajo la advocación de
la Cabeza. Esta ermita atendía las necesidades religiosas de un grupo reducido
de familias que vivían de la agricultura y de la ganadería, actividades
tradicionales de este pequeño pueblo, muy ligado jurídica y eclesialmente a
Quesada.
Huesa formaba parte del Arciprestazgo de Cazorla, el
cual a su vez formaba parte del señorío arzobispal de Toledo (Adelantamiento de
Cazorla). Con la Ilustración todo el Arciprestazgo experimentó una gran
transformación demográfica y urbanística, y muchos núcleos rurales se
constituyeron en Parroquias, como es el caso que nos ocupa.
De este modo, y consecuentemente con el crecimiento
y desarrollo del pueblo, el arzobispo de Toledo D. Francisco Antonio de Lorenzana y Buitrón
decide en el año 1778 constituir la Parroquia de Huesa.
Lorenzana, arzobispo de Toledo de 1772 a 1800, fue
como es bien sabido un personaje de enorme importancia: nombrado cardenal en
1789 y posteriormente Inquisidor General en 1794, en sus veintiocho años de
pontificado en Toledo la Ilustración encontró en él un genuino representante de
sus objetivos. Entre las muchas actividades y reformas de todo tipo que
realizó, mencionaremos que en relación con el tema que nos ocupa este arzobispo
dio un gran impulso al Arciprestazgo de Cazorla, instituyendo varias
parroquias: Hinojares y Huesa (1778), Chilluevar y El Molar (1781), y El
Tarahal (1798).
Según el Decreto de Lorenzana de 1778, la ermita de
Huesa se convierte pues en Parroquia, hecho de singular importancia para el
pueblo; esto nos da a entender que Huesa en estas fechas era algo más que una
simple aldea, por el aumento de su población y el desarrollo económico que
había experimentado la localidad.
El año siguiente a la constitución en Parroquia se
creó una Hermandad, denominada del Santísimo Sacramento (hecho muy común en
esta época), dedicada al culto eucarístico y a las demás necesidades de la
parroquia. Esta Hermandad de 1779 se dedicaba también a realizar obras de
caridad entre los más pobres y necesitados, desempeñando una labor social y
caritativa bastante importante en el pueblo.
Como consecuencia del avance económico y demográfico
que hemos mencionado, Huesa también sufrió una transformación urbanística y
arquitectónica de cierta importancia desde mediados del siglo XVIII, y cuyo
exponente máximo fue la construcción de la nueva Iglesia tras la institución en
Parroquia por Lorenzana.
Así, será precisamente en este momento que
estudiamos, con la Ilustración, cuando se construya el nuevo edificio
parroquial, símbolo de la recuperación y del desarrollo de una población en
crecimiento.
La actual Iglesia conserva el perfil de la
arquitectura religiosa del siglo XVIII, aunque ha tenido que ser restaurada en
distintas épocas. Arquitectónicamente su elemento más característico es la
torre, de base cuadrada, que culmina en un cuerpo de campanas diferenciado por
una moldura, con cuatro huecos rectangulares que cubren arcos de medio punto,
cubierta con tejas a cuatro aguas. Esta torre es punto de referencia visual
para toda la población, ya que destaca sobre todas las demás construcciones de
la localidad; y es el único vestigio que se ha conservado original del siglo
XVIII, como consta en el Archivo Parroquial.
En cuanto a las obras artísticas conservadas en la
Parroquia de Nuestra Señora de la Cabeza de Huesa, merecen destacarse las
siguientes esculturas dentro del período que estudiamos:
— Nuestra Señora de
la Cabeza. Es la titular de la parroquia desde su creación. Es
una imagen de candelero (de vestir), anónima del S. XVIII. Su fiesta se celebra
el día 26 de abril.
— Jesús Nazareno.
Es una talla de madera policromada, de vestir, anónima. Su procedencia es el
Convento de las Agustinas de Cazorla. En un principio los ojos del Nazareno
eran de madera policromada, tan común en el siglo XVII, por lo que la imagen se
podría remontar hasta ese siglo, aunque se ignora la fecha exacta. Los actuales
ojos de cristal fueron colocados por el escultor Luis Gómez en 1773, como
consta en el pergamino encontrado en uno de los ojos de la escultura con motivo
de su restauración en 1996:
“Se le pusieron ojos a este Sr. el año de 1773, día
26 de Julio a Debozion de Dª. Geronima Salbadora, siendo; abadesa Dª. chatalina
de los rios ) Luis Gomez”.
Tras la Desamortización de Mendizábal de 1836 las
imágenes de este convento de Cazorla se distribuyeron por distintas parroquias,
y ésta que nos ocupa fue trasladada a Huesa.
— Nuestra Señora del
Rosario. Es una talla de madera policromada, de estilo
barroco. Según consta en el Archivo Parroquial se trata de una obra anónima del
S. XVIII. Esta imagen estaba unida a la Cofradía del Santísimo Sacramento
(Nuestra Señora del Rosario — Santísimo Sacramento y Ánimas), al igual que
sucedía en muchas de las parroquias de estos momentos, según aparece en los
Estatutos de la Hermandad del Santísimo Sacramento que también se conservan en
el Archivo Parroquial de Huesa. La misión de esta Hermandad parroquial
consistía en preparar las fiestas patronales y también todos los cultos de
Semana Santa.
— San Silvestre.
Se trata de una talla policromada anónima del siglo XVIII. Su fiesta se celebra
el día 31 de diciembre, y es de gran tradición popular. Merece ser destacado
que los trajes que se utilizan en la Fiesta de San Silvestre (Los Cargos) son
del siglo XVIII, con un gran parecido a los de Quesada.
A modo de conclusión, debemos destacar la
importancia e influencia que tuvo también la Ilustración (gracias a la labor de
algunos ilustrados de la época, como el Cardenal Lorenzana en nuestro caso, por
ejemplo) en el desarrollo y mejora de algunos pueblos del ámbito rural, como
era Huesa, tan alejados de los principales núcleos urbanos y de los centros
intelectuales de la provincia de Jaén y del resto de Andalucía”.
No se puede pretender de un municipio de poco más de ciento cincuenta
años de existencia como tal, apenas una venta hasta su independencia, que
existan documentos relativos a su historia pasada que no estén vinculados a la
de Quesada. Tampoco la situación geográfica del pueblo ni los avatares de la historia
desde 1847 han propiciado la generación abundante de bibliografía. Sí se pueden
aportar estudios de carácter más general favorecidos por la existencia de un
elemento heredado en la segregación y que tuvo relevancia histórica desde, como
mínimo, la Edad del Bronce: el río Guadiana Menor.
Consiguientemente,
atendiendo a estos estudios e investigaciones de carácter general se pueden
colegir hechos y situaciones que sí afectan al territorio del municipio
desgajado. Estos pueden ser algunos.
Relacionados con el Itinerario Antonino:
Tramo de Bactara a Fraxinum: Pese a la casi inexistencia de
testimonios epigráficos y de infraestructuras correspondientes a la vía romana
Portus Magnus-Cástulo (Linares) en su trazado de Bactara (Freila) a Fraxinum
(Castellones de Ceal, Hinojares, Arroyo Molinos, Huesa, dependiendo del autor)
hay hipótesis de un trazado para tráfico rodado que desde Cuevas del Campo
continuaría por el Camino de Baza llamado también de Hinojares, que en tiempos
más modernos ha sido tradicionalmente una vereda de ganado.
Este
camino pasaría por los altos llanos de Pozo Alcón para buscar al río Turrillas
y seguir el antiguo camino de Hinojares hasta Arroyomolinos, tal y como hacían
los viajeros del siglo XIX. Algunos autores han avalado la teoría de que
Fraxinum fuera la propia Arroyomolinos o algún asentamiento próximo en el
antiguo camino que conecta esta población con Huesa. Otros autores dicen que
Fraxinum es la propia Huesa, por haberse hallado numerosos vestigios de
sigillata itálica en superficie, pertenecientes a la época imperial y tardía.
Se apunta así al actual Ventorro, al igual que Arroyomolinos, como parada de
ruta al concentrarse en este trayecto, desde el Ventorro a la iglesia, a través
de la calle de la Iglesia, los más relevantes hallazgos de época romana.
Tramo de Fraxinum a Tugia: Como queda dicho la vía llegaba
a Huesa por el antiguo Camino Real, coincidente con el actual Cordel del
Romeral y Camino del Ventorro, posiblemente el más antiguo del término, en el
que antiguamente se localizaba una venta que justificaría el enclave como final
de etapa.
De
Huesa a Quesada la ruta seguiría por otro Camino Real, jalonado por los
cortijos del Higueral y Lacra. Desde este cortijo del Higueral, nombre que
mantiene en la actualidad, situado junto a la carretera de Quesada, el camino
giraba hacia el este en busca de Puerto Auxín o Ausín (al que se dedica un
capítulo aparte en este libro), identificado por Madoz como Saltus Tugiensis, y
desde allí por el antiguo camino de Toya a Quesada, también Camino Real. Es
prácticamente coincidente la distancia del itinerario romano (23,6 km.), con la
distancia entre Toya y Fraxinum-Arroyomolinos, si se considera válida esta
identificación, con la actual (22,5 km.).
La vía
oriental Cástulo-Acci mencionada en el Itinerario Antonino
Asentamientos
y rutas desde la época argárica. Fuente: Sillières (1990)
Excavaciones arqueológicas y construcciones:
Para
sustentar estas investigaciones, científicos de la Universidad de Granada
efectuaron catas y prospecciones en los distintos lugares relacionados con el
término municipal de Huesa.
Cortijo de la Veleta: Los restos se sitúan en las
faldas de la sierra de Huesa, en la vertiente norte de la Rambla de la Matanza.
El material más abundante es medieval, aunque en la zona más cercana a la
rambla se reconocieron cerámicas comunes romanas y terra sigillata hispánica.
Cronología: Romano altoimperial, medieval.
Observaciones: La gran dispersión y escasa
entidad de los materiales hace dudosa su atribución a un asentamiento, que en
todo caso correspondería a una pequeña construcción localizada en
las inmediaciones de uno de los nacimientos de agua que descienden de la sierra
hacia el Guadiana Menor.
Haza de la Cruz: El asentamiento se encuentra
parcialmente cubierto por la actual población de Huesa. Es un emplazamiento a
media ladera, entre 660 y 680 metros de altitud y a unos 250 metros del Arroyo
de la Cerradilla. Se sitúa en transición con las pendientes fuertes del
piedemonte de la sierra.
Se
conocen hallazgos arqueológicos en relación con este enclave desde hace mucho
tiempo. La mayor densidad se produce entorno a la calle que prolonga el antiguo
camino del Ventorro, uno de los ejes generadores de la antigua población, y que
como indica el topónimo, se iniciaba con una venta, relacionada con el camino
real que enlaza Jaén con Granada. Existe la creencia popular que en la trasera
de una de las casas de dicha calle apareció un tesorillo de monedas de plata.
Más hacia el norte, en la parcela que da nombre al yacimiento, situada junto a
la Iglesia, pudo realizarse un reconocimiento del terreno. Se recogió abundante
cerámica común romana, terra sigillata e ibérica pintada. En cuanto a restos
constructivos, en alguna zanja practicada han aparecido restos de opus
signinum. Asimismo, se informó también de sillares de cantería, algunos
reutilizados en la construcción de la iglesia.
Entre
los materiales recogidos por el propietario de la finca, merecen destacarse dos
piezas de bronce del siglo III D.C. (Gordiano III) y una jarrilla de tipología
tardorromana o visigoda.
Cronología: El análisis de los hallazgos romanos indica una
fase imperial temprana.
Cortijo de Aguadionda: Se localiza en la ladera sur de
la Sierra de Quesada, en una zona de bancales para olivar junto al antiguo
camino de conexión entre Huesa y Arroyomolinos, por Belerda. Se reconoció en
superficie una amplia dispersión de cerámica de tradición ibérica, común romana
y terra sigillata hispánica.
Cronología: Siglo I avanzado.
Los Rincones: Asentamiento de la Edad Media. En el yacimiento no
se aprecian restos de estructuras en superficie, tan solo elementos cerámicos
de gran dificultad a la hora de aproximar la cronología, ya que se trata de
elementos vidriados y a torno sin tratamiento que no permiten un acercamiento
real a su momento histórico. Podría tratarse de una fase medieval, pero sin
definir.
Cronología: Edad Media.
Cerro Negro: Poblado de la Edad del Bronce final. La superficie
de este cerro, está formada por 4 terrazas escalonadas de norte a sur desde la
parte más alta, cayendo hacia el río, y sobre las cuales se pueden apreciar
restos de construcciones de piedras formando una superficie reticular de poca
altura que define espacios rectangulares, que se van adaptando a la topografía
del terreno.
Olivar de Brazo Fuerte: Villae de la época romana. En el
yacimiento no se aprecian restos de estructuras en superficie, tan solo
elementos cerámicos que muestran la existencia de un asentamiento de época
romana: tégulas, terra sigillata, cerámicas comunes.
Cronología: Romano altoimperial.
Molino Harinero el Gato: Molino harinero eléctrico con
elevadores y roscas que portan el trigo y la harina de una máquina a otra.
Cuenta con atrojes para el almacenaje del trigo, atroje para humedecerlo,
alfanje, estancia de la molienda y estancia de máquinas. Las trojes están
construidas en tapial y encaladas, siendo su función es la de almacenar el
grano. El alfanje, construido en ladrillo y madera, es donde se encuentra el
juego de piedras de moler. Dentro se encuentra el engranaje que mueve la piedra.
La estancia de la molienda es donde se realiza el proceso de la molienda del
grano. La estancia de máquinas es la segunda planta donde se encuentran las
trojes, la limpia y la cernedora.
Cronología: Siglo XX, 1950/1959
Tahona el Gato: Horno.
Molino Harinero Mendoreja: Molino hidráulico harinero con
cubo, alfanje, bóveda de los rodeznos, cao y pozo.
Cronología: Siglo XX
Almazara el Puente: Almazara de 1948, con motor de
gasoil. Compuesto por moledero, trojes, conductos de aceite, aclarado-res y
cavidad de la colmena.
Cronología: Siglo XX, 1948
La Calle de los Moros: Cronología: Edad Media, árabe.
El Pueblezuelo: Cortijo de Chíllar.
Cronología: Edad Media, árabe.
La
misma circunstancia concurre en el apartado de festividades religiosas propias
y específicas del municipio.
“Por San Silvestre, despídete de
éste”, dice el dicho popular y se dice en Huesa el 31 de diciembre de cada año
con motivo de las fiestas patronales en honor del que fuera del trigésimo
tercer papa del cristianismo, santo patrón de Huesa, que comparte patronazgo
con Nuestra Señora de la Cabeza.
No hay un nexo de unión lógico ni
documentado del porqué esta fiesta, la más arraigada en el pueblo, está
dedicada a este santo varón. Tampoco está claro su origen. Esta fiesta pagana,
reconvertida a religiosa, en honor del que fuera, según la tradición, que no la
historia, el pontífice que gobernó la Iglesia durante veinte años y bautizó al
poderoso emperador Constantino el Grande consiguiendo de él el cese a la
persecución a los cristianos allá por el siglo IV, pudo tener su origen, como
tantas otras fiestas y advocaciones, en rogativas o promesas efectuadas por el
pueblo en demanda de beneficios o milagros ante desastres o males de cualquier
tipo.
Esta
fiesta de San Silvestre en cuanto a su concepción y personajes no es privativa
de Huesa, la vecina Belerda y otras localidades de Jaén y España tienen fiestas
de características similares con un nexo común: la existencia de,
prácticamente, los mismos personajes, con pequeñas diferencias en algunos
casos, y su relación con la Guerra de Independencia española
con vestimentas propias de la época.
La
tradición popular quiere situar la fiesta entre finales del siglo XVII y
principios del siglo XVIII cuando Huesa debía ser una aldea de apenas
trescientos habitantes, perteneciente a Quesada. Puede ser así y valdría la
pena investigar sobre el hecho para situarlo todo en su justo tiempo y medida.
No sólo el origen sino también las singularidades que rodearon su nacimiento y
su desarrollo en lo concerniente a vestimentas, fechas, personajes y
protocolos. Ya se sabe que el paso del tiempo tiende a desvirtuar las
tradiciones transmitidas oralmente, con la consiguiente readaptación a los
tiempos y modas que en cada momento rijan.
Sea
como sea, lo cierto es que es una fiesta muy enraizada en el pueblo y en las
familias que emigraron de él, fuere donde fuere que fijaran su residencia. Se
accede por sorteo a los cargos de Capitán, Abanderado y Guinche que vestirán,
durante la fiesta y en días precedentes, vistosos trajes inspirados en
uniformes de gala del ejército de la época. Así pues, ataviados de esta guisa,
al son del redoble de un tambor recorrerán las casas de la población pidiendo
ofrendas al santo que serán en forma de alimentos, o “roscos de baño” de gran
tamaño, típicos de la localidad, que serán subastados posteriormente siendo los
beneficios para la parroquia. Esta colecta en forma de alimentos, que solía
coincidir con la matanza del cerdo, sirvió en su tiempo para cubrir las
estrecheces de los más necesitados.
Se
inicia la fiesta propiamente dicha el día antes de final de año con la quema de
los llamados “castillos del santo” en la lonja de la Iglesia, que serán
saltados por la gente y donde, antiguamente, se asaban parte de los alimentos
recogidos, que se repartían entre los asistentes junto con la cuerva (bebida
dulzona compuesta de vino, agua y azúcar), y termina con la celebración de una
misa en honor del santo con su consiguiente procesión y el juego de la bandera
en el que participan los mozos más hábiles y fuertes del pueblo pues no es tarea fácil el manejo de la misma y su volteo con una sola
mano, no debiendo tocar el suelo el trapo de la bandera.
Continúa
el calendario festivo el día 17 de enero, con la festividad de San Antón, con
la consiguiente bendición de animales de labor y compañía. Es costumbre también
encender hogueras en esta festividad y terminar con la rifa de un marrano.
El 25
de abril, día de San Marcos, es también una festividad arraigada en el pueblo.
Son peculiares y tradicionales las “tortas de San Marcos”, elaboradas por las
gentes del pueblo que son regaladas a los vecinos tras la misa. Era tradición
que el reparto de las mismas fuera efectuado por los que hubieran contraído
matrimonio el año anterior. Después de estos actos se procesiona al santo hasta
el Cerro, otero dentro del pueblo desde el que se domina el mismo y una amplia
perspectiva de los campos, que son bendecidos. La jornada finaliza con la quema
de castillos de leña en la lonja de la Iglesia y la invitación a los asistentes
a “cuerva”, aunque esta vez en honor de la patrona, la Virgen de la Cabeza,
cuya festividad se celebra el día siguiente, con la correspondiente misa y
procesión.
El
primer domingo de junio, en la cortijada de Caniles, se celebra la romería de
la Virgen de Tíscar, virgen que, en el pueblo, comparte devoción con la
patrona.
Luego,
como en todos los pueblos y localidades españolas, están las fiestas populares,
de un sentido más lúdico. Era costumbre, desde siempre, hacer coincidir estas
fiestas con los primeros días del mes de septiembre. Circunstancias tales como
el inicio de la vendimia en Francia y España, a la que suelen desplazarse gran
cantidad de hueseños, aconsejaron su traslado a fechas más propicias, mediados
de agosto, para hacerlas así más asequibles tanto a los habitantes del pueblo
como a los que viven fuera, al coincidir estas fechas con las vacaciones
estivales.
Al
igual que el pueblo no destaca por sus elementos arquitectónicos, tampoco puede
decirse que destaque por haber dado al mundo personajes de
relevancia histórica, en cualquiera de sus facetas.
Antonio Chamorro Daza (Huesa 20 de abril de 1903
—Bañolas (Gerona) 3 de marzo de 2003) es, sin duda, el personaje más notable
relacionado con el pueblo. Segundo de once hijos de un matrimonio de maestros
oriundos de Loja (Granada). Pese a que nació en Huesa, apenas residió allí unos
años pues pronto sus padres se trasladaron a vivir a Guadix. Se licenció en
medicina por la Universidad de Granada en 1927 en la que pocos años después
impartiría clases como profesor ayudante en la cátedra de Obstetricia de la
misma. Se consagró como un brillante investigador del mundo de la obstetricia,
reconocido por todo el mundo.
Aunque
salió de España en 1935 para ampliar conocimientos en Berlín, sus inquietudes
políticas, claramente republicanas y socialistas, le obligaron a exiliarse en
Francia tras el estallido de la Guerra Civil española. Ocupó cargos importantes
en Francia, donde incrementó notablemente su actividad investigadora y ayudó
activamente al exilio español. En París conoció a la intelectual francesa
Andrée Marya Jacob, que se convertiría en su inseparable compañera hasta 1993
en que falleció la misma. Pese a que le ofrecieron en reiteradas ocasiones la
nacionalidad francesa, nunca la aceptó. Volvió a España, a Granada, en 1980
durante un corto período de tiempo para regresar nuevamente a Francia.
Muy
deteriorado y acompañado por la poca familia que le quedaba, murió en Bañolas
(Gerona) pocos días antes de cumplir los cien años, el día 3 de marzo de 2003.
El 28
julio de 2016 el Ayuntamiento de Huesa aprobó la creación de los Premios
Antonio Chamorro Daza, homenaje póstumo al que fuera un relevante investigador
de ámbito mundial y, sin duda y aunque desconocido, el personaje más relevante
nacido en Huesa.
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